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Fotografío lo que me gusta para poder continuar viéndolo una y otra vez', dijo una vez un amante de la fotografía. Y es cierto. El mundo ha cambiado mucho durante todos estos años, sin embargo, por muchos inventos que se creen y por mucho que cambien nuestros hábitos y costumbres,
las fotografías seguirán siendo parte de nuestra vida.
La necesidad de
inmortalizar el tiempo, dejando un recuerdo imborrable de un momento fugaz que ya se ha ido, ha encontrado en la fotografía su aliado perfecto. La vida de cada uno de nosotros podría describirse en múltiples fotografías, siempre y cuando tuvimos la suerte de poder realizarlas.
Antiguamente,
los álbumes de fotos eran los objetos más utilizados cuando una nueva visita llegaba a casa. Recuerdos, nostalgia y la sensación de haber tenido una vida plena solían acompañar a ese emotivo instante en el que cada fotografía iba acompañada de una narración muy sentida de lo que supuso para esa persona aquel instante.
La llegada de las nuevas tecnologías ha cambiado nuestros hábitos. El papel ha sido derrotado por el formato digital, sin embargo,
lejos de que esto suponga el fin de la fotografía, la ha potenciado aún más si cabe.
No hay prácticamente ningún smartphone o tablet que no permita la realización de fotografías de alta calidad. De ahí que, en cada oportunidad que el ser humano tiene, esos momentos inolvidables se convierten en imborrables con tan sólo apretar un botón.
Por desgracia,
la memoria de nuestros dispositivos no es ni mucho menos infinita. Continuamente esta se colapsa y nos vemos obligados a tomar una difícil decisión ¿qué hacer con los innumerables recuerdos que tenemos en nuestro dispositivo móvil o tablet?
Los discos duros suelen ser una alternativa bastante interesante, pero muchas veces hacer esto implica guardar nuestros recuerdos en un baúl que muy probablemente no vamos a volver a abrir hasta dentro de mucho, mucho tiempo.
Por ello, una opción que no debe ser descartada es la de
recuperar esa vieja tradición de nuestros padres y abuelos, imprimiendo nuestras fotografías más preciadas y conservándolas en un lugar al que podamos acudir en cualquier momento.
En este sentido, es común que tarde o temprano se acabe optando por alguna de las siguientes dos vertientes:
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Introducir las fotografías en álbumes-Seleccionar nuestras preferidas para
conservarlas en un bonito cuadro que colocar en la mesa de nuestro despacho, en la sala de estar o en aquel lugar en el que, cada vez que la veamos, nos sea imposible no esbozar una sonrisa.
Es por ello que, cada cierto tiempo, nos veamos obligados a comprar marcos de fotos en las que colocar nuestras fotografías. Pero,
¿cuál es el marco más adecuado para una foto concreta? En este artículo trataremos de resolver tus dudas al respecto.
Marcos de fotos de cartón:
Dentro de los remedios caseros, se encuentran por ejemplo los marcos realizados con cartón. Esta alternativa, si bien es extramadamente económica,
no parece la más útil cuando se trata de inmortalizar fotografías de gran valor.La facilidad con la que se ensucian y deterioran, su fragilidad y el hecho de no proteger las fotografías que contienen, hacen que esta opción
solo sea válida en determinados casos en los que se desee dejar bien claro que es un trabajo manual, en donde lo más importante es el cariño con el que se ha realizado y no el artículo en sí.
Marcos de fotos de madera:
Los marcos de fotos realizados en madera suelen ser los más utilizados. Su gran durabilidad, fiabilidad, elegancia y su capacidad para combinar con cualquier tipo de fotografía, convierten a los marcos de fotos de madera en la opción más elegida por la gran mayoría de usuarios.
Es importante fijarse en el grosor de las barras de extensión. En este sentido
se recomienda no comprar un marco cuyas dimensiones sean inferiores a una pulgada, esto se debe a la facilidad con la que la madera que es demasiado delgada, acaba doblándose o quebrándose.
También
hay que tener especial atención a factores externos como la humedad o las temperaturas, las cuales podrían provocar un mayor deterioro de los cuadros si estos no se encuentran en las condiciones climáticas adecuadas.
En cuanto a los tonos a utilizar, debemos
optar por el color natural de la madera en aquellos casos en los que se desee dar un aspecto antiguo a la foto (por ejemplo, fotografías en las que aparezca un recién nacido o una persona mayor), con el tiempo acabarán siendo mucho más atractivas.
Por el contrario,
si se le desea dar un tono más alegre y jovial, se deberá optar por madera pintada ya sea en colores llamativos como el rojo, el amarillo o el azul, o en tonos más neutros como el gris, el blanco o el negro. Decidirnos por una u otra opción dependerá, en todo caso, de los tonos predominantes dentro de la fotografía, debiendo intentar que la unión de dichos colores sea la más adecuada.
Marcos de fotos de aluminio:
Por su parte,
los marcos de aluminio suelen tener una apariencia más moderna. Generalmente son materiales más duraderos y fuertes, sin embargo, su intenso brillo provoca que en muchas ocasiones el marco llegue a lucir incluso más que la propia fotografía, restándole protagonismo.
Es por ello que,
si se opta por un cuadro cuyo marco esté realizado en aluminio, las fotos más clásicas estarán acompañadas de colores neutros, especialmente el tono gris, pues siendo un color apagado mantiene las miradas en la fotografía en sí y no en el marco.
Otro aspecto importante a la hora de elegir nuestro cuadro es el estilo que éste tenga a su alrededor. Si va a colocarse en una casa diseñada en un estilo moderno o contemporáneo, entonces los marcos de fotos hechos en aluminio quedarán mucho mejor que los de madera, los cuales no estarán en concordancia con el resto de la casa y/o habitación en la que esté colocado el cuadro.
Marcos de fotos, ¿qué tonos elegir?:
Llegados a este punto en el que el material ya ha sido definido, toca centrarse un poco más
en el color a escoger. Veamos lo que significa cada color y cómo utilizarlo en según qué casos:
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Tonos dorados: Suelen mostrar formalidad, sofisticación y clasicismo. Quedará muy bien en decoraciones clásicas, mientras que desentonará totalmente en una decoración minimalista.
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Tonos coloridos: Suelen utilizarse en los ambientes más desenfadados e informales, se trata de dar más alegría y modernidad a la casa o a la oficina en la que se sitúen. No suelen concordar con fotografías apagadas que por sí mismas evocan tristeza o melancolía, por el contrario, suelen quedar muy bien con fotografías que transmitan alegría y entusiasmo.
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Tonos plateados: Suelen pegar con cualquier tipo de fotografía al ser un color neutro. En cuanto al estilo, suele estar relacionado con estilos más contemporáneos.
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Tonos pastel: Suelen mostrar elegancia y sofisticación, ideales para decorar fotografías de grandes eventos como bodas, bautizos, comuniones y demás.
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Molduras decapadas: Suelen concordar muy bien con cuadros que expresen amor, un estilo vintage o clásico. En este tipo de cuadros los más utilizados suelen ser los tonos crema, blanco o crudo.
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Cuadros rústicos: Concuerdan perfectamente con fotografías realizadas en plena naturaleza, o para paisajes naturales.
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Molduras cóncavas: Por su parte, son utilizadas para fotografías antiguas o en estilo clásico, también son comunes en la enmarcación de grabados.
-Cuadros con molduras planas: Para concluir, hablaremos también de las molduras planas, las cuales son las más utilizadas por la gran mayoría de las personas. Su facilidad de combinación de texturas, colores y relieves le han hecho merecedora de semejante título. Pueden utilizarse en cualquier tipo de situación, aunque son mucho menos elegantes que muchas de las otras alternativas anteriormente descritas.
Marcos de fotos infantiles:
A la hora de regalar un cuadro a un niño, debemos saber que si queremos que realmente le haga ilusión,
el marco utilizado deberá de ser cuanto más colorido y personalizado mejor.
Es por ello que
las mejores opciones posibles son aquellos cuadros que incluyan algunos de sus personajes de animación favoritos como Mickey Mouse, Minnie Mouse, Winnie the Pooh, etc.
Con el tiempo,
si el niño crece y desea seguir conservando la foto, siempre podemos cambiar el marco por otro que sea de su interés. Sin embargo, mientras esto no ocurra, siempre será más conveniente que optemos por tonos mucho más infantiles que puedan despertar su interés.
Para acertar al 100 % con nuestra elección, debemos
conocer muy bien los gustos del niño al que se lo vamos a regalar. Si es demasiado pequeño, entonces optaremos por personajes clásicos como los anteriormente mencionados.
En cuanto a la fotografía en cuestión que deseamos enmarcar, ésta
deberá de contener necesariamente a la persona a la que se lo regalamos y, si deseamos que además tenga un recuerdo sobre nosotros, no estaría de más que en dicha foto saliésemos también nosotros mismos.
¿Cómo colocar un marco para nuestra foto?:
Ahora que ya tenemos el marco, toca preguntarse, ¿cómo colocarlo? Para ello, todo lo que tenemos que hacer es, en primer lugar, medir la fotografía en cuestión para seleccionar un marco que cumpla con las dimensiones deseadas. Es importante que la fotografía quepa en su totalidad y que no tengamos que recurrir a grandes cortes, podríamos acabar recortando elementos importantes de la misma y estropear un bonito recuerdo.
Si no la hemos imprimido aún, podríamos incluso optar por seleccionar en primer lugar el marco que nos guste y, posteriormente, imprimir la fotografía en las dimensiones de aquel.
Cuando ya tengamos ambos, todo lo que debemos hacer es fijarnos en la parte trasera del cuadro. Allí podremos ver si posee uno o dos puntos de colocación, lo cual nos ayudará a saber si debemos realizar uno o dos agujeros en la pared.
Si bien es cierto que también pueden colocarse los cuadros con un simple clavo, esto no sería recomendable si se trata de un cuadro demasiado pesado y que no acabe soportando el peso.
Después de seleccionar la zona en la que deseamos colocarlo, debemos trazar una línea imaginaria tratando de establecer el punto exacto de su colocación y viendo si preferimos esa posición o no. Llegados a este punto, deberemos de nivelar el cuadro para evitar que se nos quede cambado.
Es recomendable utilizar elementos como el calibrador, el nivelador, una regla y un lápiz. Con ello deberemos de señalar el punto o los puntos exactos en los que debemos de insertar el/los clavo/s, o tornillos en su caso. Tras ello, bastará con medir la profundidad del clavo y hacer un pequeño agujero en la pared con la ayuda del taladro.
Es importante medir también el grosor del clavo o tornillo para que de esta manera podamos hacer un agujero que no sea demasiado amplio, pero tampoco demasiado estrecho.
Además, para no dañar la pared se recomienda utilizar un taquete, el cual además, también te servirá como elemento decorativo.
Si aún tienes dudas, de cómo hacerlo, quizás te las solucione el siguiente vídeo: