En los últimos años, la
Fórmula 1 se ha convertido en uno de los deportes más populares y rentables a nivel mundial. Siempre ha habido emoción en estas carreras y gracias a
corredores como Ayton Senna o Michael Schumacher, el deporte consiguió una más que merecida popularidad, pero es en estos tiempos en donde eso se está rentabilizando cada vez más. En España hemos tenido la fortuna de contar con
Fernando Alonso, que sin ser el primer corredor español en llegar a esas categorías, sí que ha sido el primero en ganar un campeonato del mundo, repitiendo la hazaña poco después.
El caso de
cómo el asturiano alcanzó la cima en uno de los deportes más exigentes del mundo es muy parecido al de otras leyendas de la velocidad, teniendo como origen común el karting. Empezar desde muy pequeños a correr en estos pequeños coches de competición les curte en la velocidad y en la competitividad. Y hoy en día no es raro encontrar en la parrilla a un buen número de pilotos que han empezado de la misma forma. Por
eso hoy queremos centrarnos en cómo iniciarse en el apasionante mundo del karting, ya que tal vez tengamos cerca al nuevo Fernando Alonso y no lo hayamos notado todavía.
Iniciarse pronto, la clave del éxito
Una de las cosas que tienen en común
todos los pilotos que han llegado lejos empezando desde el karting es que eran tan solo unos críos cuando se subieron por primera vez a estos vehículos. En principio, montar a tu hijo en un coche que puede alcanzar velocidades importantes no parece lo más seguro ni adecuado, pero por
suerte las medidas de seguridad son extremas en este tipo de eventos, y no es extraño ver correr a niños de seis y siete años en carreras y competiciones que son la cantera de todo lo que vendrá después.
El camino hasta llegar a la cima es largo y muy complicado, teniendo en cuenta que las parrillas profesionales cuentan tan solo con unas pocas decenas de pilotos en todo el mundo. Sin embargo,
la precocidad parece ser el mejor aliado para que un joven piloto con aptitudes pueda llegar lejos. Por supuesto, conforme el crío crece irá llegando a nuevas categorías, cogiendo coches más potentes e incluso probando ya en otro tipo de carreras, como las de Fórmula 3000.
Esta precocidad también se ha visto en la propia parrilla de F1, especialmente en el caso del holandés Max Vestappen, quien debutó en el circuito oficial con tan solo 17 años y medio.
¿Qué necesito para iniciar a mi hijo/a en el karting?
Como ya hemos comprobado,
empezar a una edad temprana puede ser determinante para obtener cierto éxito dentro del karting, como lanzadera a otras competiciones más importantes y sobre todo, más rentables. Pero, ¿supone demasiado gasto iniciar a nuestro hijo o hija en esta práctica ya desde bien pequeño?
¿Qué tipo de materiales vamos a necesitar? Es evidente que el karting será más caro que apuntar al crío a un equipo de fútbol en el que solo tengamos que pagar por la equipación, pero aún así tampoco debe resultar un despilfarro.
Coche de karting
Es con diferencia lo más caro que vamos a necesitar para que nuestro hijo se inicie en esta disciplina.
Podemos comprar un karting nuevo de competición o lo que es más habitual, buscarlo de segunda mano, en buen estado, al menos para empezar. En Eanuncios encontramos anuncios como
éste, en el que se nos ofrece uno de estos vehículos con una calidad bastante decente, con el que podríamos empezar a correr.
Debemos tener en cuenta la potencial del propia kart y sobre todo, sus sistemas de seguridad, antes de adquirir ninguno.
Casco y ropa protectora
Desde la primera vez que el crío se suba al kart,
lo primero que debemos enseñarle es que la seguridad es lo más importante. El vestirlo adecuadamente, con un uniforme oficial con protecciones en cuello, brazos y demás, será primordial. Y por supuesto,
el casco es imprescindible para ir con toda la seguridad en este tipo de carreras. Las competiciones a esas edades no suelen ser demasiado peligrosas, ya que la velocidad que se alcanza no es excesiva, pero
cualquier cuidado es poco teniendo en cuenta además que serán niños muy pequeños los que corran. Acostumbrar a los chicos a sentirse cómodos con el casco y el uniforme es importante.
Clases y lugar de entrenamiento
Por fortuna,
cada vez hay más lugares en donde se puede practicar el karting, gracias a la popularidad que está adquiriendo este deporte. En casi todas las ciudades importantes hay ya escuelas de esta disciplina, donde cualquier niño o niña puede iniciarse desde bien joven en las carreras. Para ello,
lo mejor es apuntarlo a clases con un entrenador que tenga experiencia no solo en esta competición, sino también a la hora de tratar con niños. Tener esa parte pedagógica es imprescindible para inculcar los valores correctos a los críos en una edad tan temprana.
El karting suele verse como una plataforma para un futuro en los deportes de motor, un deporte para chicos y chicas jóvenes que, llegados a cierto punto, dan el salto a otras disciplinas de velocidad más importantes.
Sin embargo, el camino no es sencillo y está plagado de posibles problemas, como vamos a comprobar a continuación. Sirvan estos consejos para intentar evitar todos los malos pasos y encarrilar desde el principio la carrera de nuestro hijo o nuestra hija, dure lo que dure, para que
el karting se convierta en una gran experiencia vital para ellos.
Todo tiene que ser un juego
La edad a la que los críos suelen iniciarse en el mundo del karting es muy temprana, y por eso
es necesario que lo vean como un juego. Acostumbrados en estas nuevas generaciones a sentir la “velocidad” solo en los juegos de carreras de las consolas, el karting puede ser una experiencia apasionante para ellos. Pero
debemos inculcarles, sobre todo cuando son muy pequeños, que corren para divertirse, para pasarlo bien. Ya tendrán tiempo de coger ese gen competitivo en el futuro. En los primeros años, lo que cuenta es que consigan amar la disciplina, y eso se conseguirá a través del juego.
No obsesionarse con el posible futuro de nuestro hijo
Como cualquier padre que inicia a sus hijos en un deporte o disciplina determinada,
aquellos que montan a su hijo en un kart solo para verlo triunfar y que gane mucho dinero se van a llevar grandes disgustos. Y es que en muchas ocasiones, los padres pueden ser determinantes, para bien o para mal, en el devenir de los críos en su andadura deportiva.
Hemos de saber animarles en las derrotas y mantener los pies en el suelo en las victorias. Hemos de darle una educación deportiva ejemplar, inculcándole por encima de todo los valores de la competición, más que de la competitividad. Y
si finalmente nuestro hijo no llega a ser campeón de nada, tampoco deberíamos frustrarnos, siempre y cuando haya podido disfrutar mucho de la experiencia.
La burocracia, aburrida pero necesaria
Como en cualquier competición,
en las de karting también hay mucha burocracia y trámites que realizar antes de poder correr con todas las de la ley. Lo más básico es sacarle la licencia de piloto a nuestro hijo/a, para que pueda correr federado y apuntarse a todas las competiciones oficiales.
Debemos tener en cuenta también que el kart debe pasar todos los controles de seguridad, casi como si fuera un monovolumen normal y corriente. La consolidación de la posible carrera de nuestro retoño llegará también con la aparición de
posibles sponsors, con los que hay que firmar contratos, teniendo muy en cuenta la letra pequeña para evitar sustos innecesarios.
Tener en cuenta el sacrificio que supone
El karting supone una descarga de adrenalina tremenda, pero como cualquier otra competición,
también conlleva mucho sacrificio para poder llegar lejos. Si entramos en competiciones y carreras oficiales debemos viajar a otros circuitos, normalmente en fin de semana, con todo lo que eso conlleva.
Sumando las horas de práctica durante la semana, y todo el desembolso que debemos hacer, en unas edades en las que además los niños deben estar pendientes de sus estudios,
hace que el sacrificio sea enorme. Si de verdad les apasiona, eso sí, valdrá mucho la pena.
Aconsejar bien a nuestros hijos
Por encima de pilotos,
esos pequeños que corren en los karts son nuestros hijos, y como tales debemos tratarlos, apoyándolos en todo momento y no viéndolos solo como un futuro prometedor que nos permita vivir sin agobios económicos. Hemos de estar atentos a su evolución y sobre todo,
acompañarles y aconsejarles en lo mejor en las etapas más críticas, cuando ya son adolescentes y esos atisbos de rebeldía parecen imparables. Cuidaremos sus compañías para que nadie se pueda aprovechar de ellos y les acompañaremos en todo momento, siempre que lo necesiten.