Para algunos es una pérdida de tiempo, para otros un placer inconmensurable además de necesario. Dormir es una costumbre que adquirimos desde que nacemos, una forma de recargar energías y estar mejor preparados para el día siguiente. Hay quien puede afrontar el trabajo o las clases con unas pocas horas de sueño en el cuerpo, y otros que necesitan las ocho reglamentarias por la noche más un par de ellas de siesta cada tarde para ser personas. Cada cual tiene su propia manera de irse a dormir, como un ritual en el que todo cuenta para conseguir un sueño profundo y sobre todo reparador.
Y es que en esto de dormir no solo cuenta la cantidad de la horas que lo hagamos, sino especialmente, la calidad del sueño que tengamos. Puede que con cinco horas de un sueño profundo tengamos suficiente para aguantar al día siguiente, al menos hasta la hora de la siesta, siempre que hayamos dormido como troncos. En otras ocasiones, dormimos ocho horas o incluso más, pero a saltos, despertándonos continuamente y sin coger bien el sueño durante mucho tiempo. Al día siguiente, obviamente, estamos muy cansados a pesar de dormir bastante. Y es que no solo hay que dormir mucho, hay que dormir bien.
La importancia de tener un sueño reparador
La gente que no da especial importancia a dormir bien por las noches, ya sea porque piensa que es una pérdida de tiempo teniendo café al día siguiente en el trabajo, o porque es su única alternativa para poder tener algo de vida, ya que el resto del día lo mantiene ocupado,
no entiende los perjuicios que un mal sueño puede provocar en nuestro cuerpo a nivel físico y mental. Por supuesto, nos faltarán las fuerzas, pero nuestra mente tampoco estará demasiado despierta,
siendo esto incluso peligroso en trabajas determinados, como la albañilería o la conducción.
Dormimos para recuperar fuerzas, porque necesitamos estar sin hacer nada al menos durante una parte del día, y también para recuperarnos mentalmente de todo el esfuerzo diario, dejar a un lado todos esos recuerdos inservibles y hacer una copia de seguridad de los que nos sirven, para estar al día siguiente con el cerebro a pleno rendimiento.
De hecho, cuando no dormimos correctamente todo ese sueño se va acumulando, y normalmente el fin de semana es el momento en el que aprovechamos para caer rendidos y despertarnos al mediodía, desaprovechando así parte de nuestro tiempo libre.
Cosas a evitar antes de irnos a la cama
Cualquiera podría decir que dormir bien no tiene ningún truco ni mérito, que simplemente consiste en tendernos en la cama y dejar que el cansancio acumulado del día haga acto de presencia. Eso sería lo ideal, desde luego, pero seguro que muchas veces hemos pasado por esa terrible situación de llevar ya un tiempo acostados y dar vueltas en la cama, sin poder dormir. Es algo desesperante, sobre todo si tenemos que levantarnos pronto al día siguiente. Para evitar este tipo de sucesos, lo mejor es seguir estos consejos.
No comer demasiado en la cena
Las cenas abundantes son las principales causantes de los problemas de sueño no crónicos. El comer demasiado poco antes de irnos a dormir está totalmente contraindicado porque estamos forzando a nuestro cuerpo a que haga una digestión pesada justo cuando debería descansar. El resultado es obvio, nos despertaremos muchas veces a lo largo de la noche y nos costará coger el sueño. Incluso se ha llegado a relacionar este tipo de cenas con las pesadillas que a veces solemos tener. También hay que evitar comer justo antes de acostarnos, por la misma razón, tratando de darle a nuestro cuerpo al menos un par de horas de margen.
No abusar de la cafeína durante el día
Este es uno de los problemas más habituales de la gente que sufre de insomnio, ya sea crónico o solo a veces. Porque cuando duermes mal, al día siguiente estás cansado y la única forma de trabajar en condiciones es bebiendo café. Pero no solo uno, sino varios a lo largo del día, con lo que eso supone para nuestro organismo, sobre todo por la cafeína. Este compuesto nos ayuda a estar despiertos, y eso es algo magnífico por las mañanas, pero no tanto a la hora de dormir, ya que el exceso de cafeína nos hará complicado eso de coger el sueño.
No seguir con el móvil o Tablet en la cama
Este síndrome ha surgido en los últimos años a consecuencia de la aparición de este tipo de dispositivos móviles, que nos acompañan allá donde vamos. No es extraño llevarnos el móvil a la cama y seguir utilizándolo una vez acostados. El hecho de estar mirando una pantalla hasta justo antes de dormirnos, a veces incluso a oscuras y con la única luz del propio dispositivo, también será un obstáculo importante a la hora de conciliar el sueño, como muchos podrán comprobar últimamente.
Llevar un horario de sueño constante
Esta es otra de las cosas más importantes si de verdad queremos dormir plácidamente cada noche. Lo ideal es acostarnos para dormir al menos entre siete y ocho horas, pero si eres de los que les gusta trasnochar y no te importa dormir algo menos, lo mínimo es acostarte siempre a la misma hora. Si es a la una, a la una, si es a las once, a las once. Así habituarás a tu cuerpo a una rutina constante y el propi sueño te vendrá cada noche en el momento en el que lo necesitas. De todas formas, nosotros personalmente recomendamos no trasnochar demasiado si al día siguiente debes madrugar, porque irás arrastrando el sueño durante todo el día.
Remedios infalibles contra el insomnio
Si aún siguiendo los consejos arriba expuestos todavía no consigues conciliar el sueño fácilmente,
tal vez alguno de los remedios naturales que se llevan utilizando desde hace generaciones te ayuden a conseguirlo. Desde la típica
manzanilla antes de dormir, para calmar los nervios y conseguir que el cuerpo esté mucho más predispuesto al sueño, hasta
la leche con miel, que también suele ser un buen remedio en estos casos. El calor ayuda a que el cuerpo se adapte mejor al sueño, así como la música tranquila.
Hay muchos que no pueden dormir sin escuchar un poco la radio, sobre todo programas algo más monótonos, para conseguir dormirse más fácilmente.
La cama perfecta para el sueño perfecto
Por supuesto, no podemos dejar de hablar en un artículo como este de la propia cama como instrumento esencial para conseguir un sueño reparador y profundo. El dormitorio debería estar consagrado precisamente a dormir (o como mucho, a leer en la cama), y por eso aquí vamos a ofrecerte algunos consejos para convertir tu cama en el perfecto vehículo para tus sueños más profundos y placenteros.
El somier y el colchón
Son la parte más importante de la cama perfecta, porque será la base para poder disfrutar de un descanso apropiado en todo momento. Los colchones viscoelásticos como éste pueden ser una de las mejores opciones, ya que se adaptan muy bien al cuerpo y ofrecen un descanso perfecto para nuestra zona lumbar. En cuanto al somier, su resistencia lo es todo. Un buen somier de madera fuerte y tablones bien igualados será la base perfecta para dormir a gusto cada noche.
Sábanas, mantas y edredones
Cada cual tiene sus propias preferencias en este sentido, pero nosotros recomendamos optar por sábanas lo más suaves posibles, y en cuanto a las mantas, que abriguen bien pero sin hacernos sudar. Los edredones nórdicos se han puesto muy de moda en los últimos tiempos y pueden ser una magnífica opción para el invierno, simple y efectiva, especialmente si están rellenos de plumas, que aunque son algo más caros, la calidad se nota bastante.
Almohada
Si el descanso lumbar es importantísimo para disfrutar de un sueño reparador y en condiciones, el tener una buena almohada puede ser definitivo para dormir bien o levantarnos con un dolor de cuello insoportable. Desde las más tradicionales hasta las más modernas, como ésta de agua, lo importante en una almohada es que se adapte perfectamente a nuestra forma de dormir, que nos haga estar cómodos. No debe ser ni demasiado dura como para que nos moleste al dormir ni tan blanda que apenas la notemos. En el término medio esta la auténtica virtud, y aquí también.
El dormitorio
Un entorno bien preparado es lo que más ayuda a conciliar el sueño, y nuestro dormitorio debe ser un santuario para ello. La luz debería ser la mínima posible, y la ventana, si da a la calle, debe tener un buen cerramiento y asilamiento tanto térmico como sonoro, para evitar que el ruido de fuera nos llegue. No debemos sobrecargar el dormitorio con lámparas que luego no utilizaremos casi nunca, cuanto más sencillo, mucho mejor. Tener siempre un vaso de agua cerca, por si nos entra sed por la noche, es también una buena idea. Y si dejamos el móvil cargando, siempre fuera de nuestra alcance.